Ruidos y Zumbidos
Sílvia Pérez Cruz Por Alberto Zumbido Regalo, ¿qué es un regalo? Aquello deseado, que se convierte en un objeto presente. ¿Y lo que gusta, complace a los sentidos? ¿No es aquello delicado o exquisito que nos hace entornar la mirada para perder el sentido? Descubrir, disfrutar y sentir. Éste es el regalo. Cierren los ojos (sólo por un momento o se perderán el artículo), abran sus sentidos y pulsen PLAY. (Ya pueden abrir los ojos, ábranlos por favor). Mi primer recuerdo es de un anuncio en prensa, en el suplemento cultural: "11 de noviembre, Sílvia Pérez Cruz", y una portada que te sugería: "Aquí hay algo, algo escondido". No sucede con frecuencia, "gracias" a nuestra hiperconexión total, pero mi recuerdo es haber comprado el disco sin escucha previa, al menos de forma consciente. Esa portada me decía desde el estante: "Adquiéreme, adquiéreme" (siempre con la voz imaginaria de María Arnal). Lo hice: "ahí tenía que haber algo", y lo había. (Pero todo en su momento) En el cine, me pasa lo mismo, prefiero enfrentarme al estreno la película "casto y puro". "Vengo a empaparme", me digo. Inevitable. Hay veces, que... "jarro de agua fría". No fue el caso. Lo imaginan. Hace sólo unas semanas imaginé a Joan Miquel Oliver haciendo cajas de música, como un maestro relojero. Curiosamente, con una manilla dando cuerda arranca "11 de noviembre". Y la caja de música comienza girar. La mirada inocente pero fuerte de la portada nos observa. Exigente, como preguntando ¿qué ves? ¿qué sientes? Ojos escrutadores, que miran hacía dentro, mientras su música comienza a desplegar sus velas, en una brisa y delicada corriente. Los versos / textos en catalán, castellano, portugués, gallego e inglés, no conocen fronteras, libres entre vientos y guitarras rasgadas con detalle. Ahora podría ser sencillo decir que fue un flechazo "a primera escucha". No sería cierto. El disco transita por distintos estantes hasta ir tomando sitio, cada vez con más frecuencia, en el reproductor de CDs. Iba ganando (nos) a cada escucha. Silencio. Alguna vez creí descubrir "Moon River" entre algunas de las estrofas. ¿En qué estaría pensando? Ahí estaba, entre iglesias y girasoles que duermen mal. Hombres que abrazan bien. "Moooon Riiiveerr". Yo ya soñaba. Lo bueno siempre viene en la hoja de atrás. Tras la escucha, hora de buscar: entrevistas, artículos, críticas,... Y descubres a Silvia Pérez Cruz, toda su trayectoria, toda su formación, todo su trabajo previo. "11 de noviembre" ¿cuánto tienes tras de ti? Un invierno, una primavera, un verano, un otoño. Toda una vida. La hoja dorada comienza a caer. Y es entonces, cuando escuchas, la escuchas, la lees, la sientes (cerca), y tomando un lápiz, marcas un * en negro junto a SPC (te sigo) Y "11 de noviembre" va dejando hojas en cada escucha, mientras la voz de Sílvia aletea entre las ramas, buscando espacios y perspectiva. Como en pleno mes de noviembre, la llovizna no cesa, abre puertas y ventanas, y toma la sala de la casa. La música ya transpira por las paredes. Música de calle y de estancia, como no se acostumbra por estos lares. Ahí está todo lo que nos vendrá después. Lo hará de forma desbocada, ¿pero no lo había estado ya antes? ¿O yo me había enterado? Un disco extraordinario. Es 2012. "Blancanieves", de Pablo Berger. Premios Goya. Sílvia Pérez Cruz. Ya es vox populi. 20.000 copias despachadas de "11 de noviembre". Aquí la norma: "dejarse llevar por la corriente" (que ya era de temporal y... largo recorrido). Pero aquí hay ACTITUD (la aptitud, el conocimiento, la formación y la tradición ya quedaron constatadas). Ir más allá, buscar la emoción. Viajar a Granada y seguir los pasos de los maestros Enrique Morente y Pepe Habichuela. Pero para ello necesita la compañía del amigo fiel, aquel con el que se entiende tan sólo con una mirada. Raül Fernández Miro. Culo inquieto donde los haya, buceador de las profundidades sonoras. Amigo del riesgo y de llegar al límite en lo sonoro y expresivo (Ya no sé si lo he puesto en otros post, pero mi primer artículo iba a estar dedicado a su carrera como Refree "El Molino tras los Gigantes". Lo haré. Lo merece. Y lo sabe, porque ya se lo dije en su visita con Fernando Alfaro al Brianda de Mendoza). Búsqueda, riesgo sin límites. Versiones. Daba miedo, podía darlo, enfrentarse así a la realización de un disco de versiones. Ahí está "granada" Un disco sobresaliente. De hecho, desde las últimas escuchas hasta ahora, yo juraría que ya ha crecido un par de cuartas. Arriesgado en la propuesta, mágico en el resultado, con esa peculiar combinación de música popular y música culta. Me cuesta decirlo de un disco que sólo incluye versiones, pero ¿hay una cumbre más alta que "granada"?. Porque si no es fácil hacer una versión, una buena, y llevarla a tu terreno, imagínense llevar un conjunto tan disperso como el incluido aquí, y que todo tenga coherencia, sentido. Y por encima de todo, te atrape como una telaraña infinita... Los referentes se amplían, el sonido, ¿qué me dicen de la producción? (A mí recuerda en algunos momentos al "4-track demos" de PJ Harvey. ¿Es Sílvia Perez Cruz nuestra Polly Jean? ¿Es Raül Fernández nuestro John Parish? Sueño, tormenta, vuelo en libertad. Ay, Morente, cómo te gustaría "granada"!!! Aquí lo podríamos dejar y nada pasaría... Pero, vuelta al cine ("Cerca de tu casa"), y una banda sonora en manos de Sílvia Pérez Cruz se convierte en otro disco más que notable. La calle le insufla vida, su rugir y sus lamentos. "Domus". Libertad total, ganada en el pulso del día a día. La voz de la calle, en su voz, es mucha voz. Alguien debería empezar a escucharla. Y poco a poco van llegando los recuerdos de un pasado brillante pero descatalogado. Entre ellos, reedición de "Inmigrasons", su primer encuentro con Raül Refree y el artísta argentino Ernesto Snajer. Amplío collage sonoro en el que se vislumbran muchas de las grandes cosas y canciones que nos llegarán unos años después. Y en 2017 nos presenta... pero justo antes, y de la mano del Rockola imaginario de Virginia Díaz, "Cachitos de Cromo y Hierro" de La2 de TVE, nos sorprende con ésto... Así, "Vestida de Nit", se nos presenta Sílvia acompañada de un quinteto de cuerda. Nuevo giro, nueva sorpresa. Música culta, basada en el cante popular. Los Teatros reales a sus pies, y nosotros descubriendo nuevas formas y ropajes para canciones ya conocidas. Un nuevo proceso de adaptación, de estirar más, de buscar la voz en tonalidades aún más altas. Una propuesta henchida, como el propio disco, que en lo físico no cabe más. Tanto es así, que en su afán de descubrimiento, de explicar cuál ha sido el camino, Sílvia nos entrega un libreto que se apodera literalmente del formato CD. Enfrentarse de nuevo sin haberlo escuchado previamente, tiempos aquellos, y dejarse llevar, como la cortina en un gran ventanal, que se mece por la brisa de la mañana, y se hincha cual vela con el viento de la tarde, que se humedece con la lluvia y descansa sólo en el silencio. Y no puedo decir que mi tejido sea fino, más bien de calado grueso y punto retorcido ante una nueva revisión de canciones ya conocidas. ¿Qué más nos puedes ofrecer? Pero Sílvia vuelve a esa permanente búsqueda, que nos maravilla, todo con un sentido, con un por qué. Y pienso en Antony and the Johnsons y lo extraordinario de su "Cut the world", y recuerdo el "Across six leap years" de Tindersticks, y la revisión de su repertorio veinte años después. Sólo me queda jugar con la madeja de lana, y enredarme en ella, cual gato joven. Porque si yo soy un gato, Sílvia es como una manada de leonas que, agazapadas, van rodeando a su presa (en este caso los arreglos de cuerda para ¡un único concierto!!! con este quinteto extraordinario). Un paso más, y otro, sin ser vistos, ni escuchados, hasta el momento de lanzar el ataque. Poner todo en la carrera, para rodearla por un lado o el otro. Ataque definitivo para hacerte con ella, tu presa, dominarla para devorarla a tus anchas. La canción. (Y como muestra... un botón. Juzguen ustedes mismos cómo ha transitado "Gallo Rojo, Gallo Negro" en sus manos y en su voz)
No siempre se consigue, tal como nos relata en el libreto, al hablarnos de la adaptación de "Hallelujah" de Leonard Cohen, interpretada en su tonada original (la misma de Surfin´ Bichos, la misma de Enrique Morente). Pero ella no se rinde. La quería. La quería para sí, aunque no tuviese setenta años, ni bebiese whisky. Era su despedida. Y así hasta que... (léanlo, léanlo, porque merece la plena -Sílvia es transparente, en su forma de sentir, de hacer las cosas y explicarlas). Y todo así, la cacería ya terminada, el rey león, ese viejo sabio, maestro de cachorros, de melena enmarañada, la observa, la intuye y la siente. Piensa entre un leve rugido, "Eres la reina". Y sí, viejo león mío, ella lo es: es un regalo, Sílvia es el regalo. Revuelta al ruido
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Octubre 2019
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