Ruidos y Zumbidos
UNA HISTORIA DENTRO DE UN RELOJ
Por Alberto Zumbido
Hoy os voy a contar una sencilla historia que nos lleva a una isla mediterránea, a una de sus calles en el Centro Histórico, aquellas en las que se desarrollaron oficios ya casi desaparecidos. Os hablaré de un relojero, ¿un relojero como los de antaño? No, no lo creo. O quizás si le diese varias vueltas,... podría decir que es ilusionista. Pero tras la ilusión, además de magia hay truco. Y aquí por haber hay de lo primero, pero lo segundo no lo encuentro. Podría sugerir a más, que es matemático o físico, y... nadie lo discutiría porque es preciso y afinado, también un tanto alocado. Por último, es juguetero, porque por hacer también hace juguetes. Juguetes con mecanismos de reloj, cajas de música e ilusión. Y es así como fue que...
Viatge a Rússia
Hace ya algunos años tuve la inmensa alegría de poderle conocer. Unos amigos de la ciudad condal, me parlaron de él, y lo hicieron con la mirada encendida de la ilusión. Por casualidad habían coincido en un extraño viaje a Rusia justo el año anterior. Este relojero sin igual les engatuso con historias juguetonas y divertidas. Su profunda timidez se evaporaba al tomar aire y, con el despegar del avión, él siempre quiso ser astronauta, fue descubriendo uno a uno los secretos y artilugios con los que fabricaba sus relojes y pequeños juguetes musicales. Todo ello en una calle del centro de la isla de Palma.
Unos meses más tarde, la Carrer de Antònia Font, que allí es donde paraba su taller, nos observaba mientras apeábamos nuestras maletas del taxi, que nos llevó al centro desde el aeropuerto. Un despacho sencillo, con un escaparate mínimo, albergaba tras de sí todo un mundo.¿Quién dijo uno? Yo afirmaría que eran varios los que andaban por allí. Cualquiera, y yo entre ellos, podría pensar que aquello sería un inmenso resonar de "Tick - Tock - Tick - Tock". Ensordecedor. Pero nada de ello ocurrió. Entrar en su taller te trasladaba a la Fábrica de Chocolate de Willy Wonka. Pero en lugar de chocolates y golosinas, encontrabas melodías de mil relojes, en una estancia reducida y acogedora.
¿Pero qué tenía todo aquello de espacial? (cuando quise decir especial). Lo primero y más preciso, estos relojes no daban la hora, sólo marcaban el ritmo de los tiempos. Cada cual aquél para el que había sido concebido, ideado o soñado, que vendría a ser lo mismo. Mientras algunos marcaban un tempo frenético, otros un pesado martilleo casi de la zona industrial. Pero la mayoría destacaban por un ritmo juguetón y vivaz. Aquel relojero de la Carrer de Antònia Font, pareciera que no hubiera sido abducido por esta educación que plancha con brazo de acero la creatividad y la ilusión de cuando eres niño. Y justo esto era lo que encontraba en sus ojos, de castaño oscuro: una gloriosa vida interior. Y afortunados éramos puesto que ésta ponía ante nuestra vista y nuestros oídos cajas de música con recital de robot y astronauta, viajes y postales de la tierra, escenarios de samurais y alpinistas. En definitiva, cajas de música difíciles de parar.
Esa precisión, esos mundos por descubrir, esa melodía y la poesía medida y divertida que encerraba en cada vuelta de cuerda, eran/son pura magia, a la que hoy, todavía no la he encontrado el truco. Todos y cada uno de sus relojes y juguetes te seducían, caray, te seducen. Por momentos, volver a sus primeros trabajos me recuerda a "Inside Out" de Pixar, y a Alegría pinchando las bolas de recuerdos que se iluminan y ... Al final es como dar vueltas una y otra vez la cuerda al reloj. Ambas provocan una sonrisa de ilusión y un latido que galopa a lomos de tu pez corazón. Temps en trànsit
Este relojero que puso en marcha su taller junto a cuatro amigos más, operarios de precisión, creativos y marcianos por igual, lo hizo en los tiempos en los que la relojería digital ya estaba de mode, lo artesanal quedaba relegado a casas de lujo, y todo era producto estandarizado e industrializado.. Era el tiempo de las marcas popularizadas a base del "taca-taca", publicidad y promoción. Pero es ahí donde surgen los inventores, los alquimistas, los profetas. Aquellos que se desvían de la corriente, y explosionan su propio manantial creativo. Es en este momento en el que abre sus puertas el taller de la Carrer de Antònia Font.
No eran los tiempos del reloj inteligente, ni siquiera a los del smartphones. Pero estos cinco artesanos ya fabricaban relojes y juguetes que, iba a decir que te hacían más inteligente, pero me conformaré con afirmar que ampliaban tu mirada, invitándote a creaciones que eran mundos complejos, vividos desde el espacio o a través de la robótica, incluso a través de viajes submarinos. Mundos complejos, pero juegos divertidos y sugerentes. Abiertos al descubrimiento, siempre que tu mirada fuese tal que la de una niña de cinco años. Juegos que parecían creados a partir de piezas de lego y esbozados con lápiz de Ikea, y que al darles cuerda avanzaban una melodía atrevida. Cerrar los ojos, dejarse llevar, disfrutar.
Rellotge de cuina
Ahora que la mayor de las artes es la de los fogones, si trasladasemos esta imagen al oficio de relojero, no nos costaría nada ver a nuestro Joan con unas pinzas de precisión, colocando cada pieza del plato en su lugar, como en el mecanismo de un reloj, marcando la esfera de los tiempos, situando en el escenario creado cada uno de sus personajes, como un ingrediente en un gran plato. Sin miedo a utilizar las nuevas técnicas culinarias, pero bajo las premisas de la cocción casera.
Y es así, como en ese proceso de investigación, casi de laboratorio, cuando va marcando distancia de sus inicios, creando su propio taller, ya pura artesanía "Do it yourself". Su primera experiencia: programar un surfista a cámara lenta, crear toda una ciudad como Paris desde casa. Y por fin, el salto a la postrería con un delicioso "Hansel i Gretel" y el definitivo "Bombón Mallorquín". Un rellotge de tres esferes
Si el final del proyecto en Antònia Font fue un recorrido en bicicleta, marcando en el plano "Vostè és aquí", en su nuevo taller Joan ha sabido guardar el complejo equilibrio entre sus ideas y lo que su clientela demanda, no levantar la voz, para ir trasladándonos a su terreno, sin prisa, con persistencia. Que todo gire bien, el tempo adecuado, búsqueda de la sintonía a medida. Para finalmente hacer que todo encaje con naturalidad en el pequeño mundo creado. Conocimiento, creatividad e imaginación al servicio de un todo, su proyecto.
Pero como en cocina, nos queda la prueba del sabor. Y es justo dar suaves vueltas a la cuerda de su más reciente caja musical ("Atlantis" se hace llamar) y se inicia una bruma de sueño que arrastra a una isla, en silencio, al fondo del mar, sus habitantes anonimados y despersonalizados por un turismo masivo, que ocupa con sus cuerpos al sol la orilla del mar, hogar de la poseidonia arrastrada por las profundas corrientes mediterráneas. Una isla en silencio, en la que resuenan las discotecas de finales de los 80, con sus rayos laser y la efervescencia house. Electrónica de juguete para un juego sonoro de mucha enjundia. El protagonismo de las personas, eje que vértebra toda la escena en esta extraordinaria caja musical. La sempiterna mirada despierta de Joan hacia lo exterior, se vuelve observación de lo más próximo, las personas y sus cosas. Lo que somos y lo que hacemos.
Pero aún queda más, tras "Pegasus" y "Atlantis", una tercera esfera del reloj nos espera, y Joan, ya sabes, cuando toca una tecla, es como la madeja que se inicia en el desenredo y no se le ve fin. Mucho me temo que nos espera un viaje panorámico al fondo del mar. Así pues, ya sabéis que si encontráis por allí un cráter lunar, un astronauta con escafandra y jugando con brontosaurios, sabed que él ya ha pasado por allí, y algo muy sugerente comenzará a sonar.
Nostre rellotger Joan
Si Joan fuera escritor... Sus mundos serían poemas o breves relatos. Incluso teatro.
Por último, y no sonando descabellado, si nuestro rellotger fuera músico y compositor, solo podría ser Oliver, Joan Miquel Oliver.
PS. Joan el rellotger, sus mundos programados en relojes y juguetes musicales. Disculpen el atrevimiento, pero "Rumba del temps" me llevo hasta aquí.
Como obsequio les dejo una playlist en Spotify para adentrarse en el fantástico mundo de Joan Miquel Oliver y Antònia Font. Y vayan dando cuerda a sus cajas de música. Anímense!! ...Dé cuerda al relojRevuelta al ruido
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AutorFuimos ondas en @RadioArrebatoFM, hoy píldoras sonoras en este blog y en nuestra cuenta @RuidosyZumbidos . Archivos
Octubre 2019
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