Ruidos y Zumbidos
Expectativas de Bunbury por Juanky Ruido.No es el nuestro un blog especialmente dedicado a las críticas de disco de actualidad al uso. No ha sido nunca la intención. Sin embargo hay ocasiones en que uno no busca el artículo, es el artículo el que le busca a uno… y esta vez ha sido así. Escuchando el último trabajo de Bunbury -sin ninguna intención de escribir sobre él- saltó primero a la cabeza y de ahí a este espacio… Expectativas… Tratándose de Bunbury, no voy a convencer a nadie: Ya sabemos que el mundo se divide en dos bandos: los que lo adoran y los que lo detestan. No me voy a esconder: yo empecé como un fan “intensito” de Heroes del Silencio. Fueron un necesario oasis rock en un paisaje casi tiranizado por el pop-rock más formulaico. Esas guitarras a lo The Smiths de su primer disco me atraparon y tener la oportunidad de verles en directo coincidiendo con el lanzamiento de “Senderos de Traición” me terminó de enamorar. Después de Héroes, creo que fui de los pocos a los que le encantó la propuesta de “Radical Sonora”, pero a partir de ahí he sido bastante crítico con su trayectoria. Ha habido varios trabajos que no me han gustado. Sin ir más lejos, su anterior trabajo “Palosanto” me dejó absolutamente frío. Lo compré con ganas, le intenté dar varias oportunidades pero tuve que dejarlo (para siempre?) ante la imposibilidad de enganche… En absoluto cumplió con mis Expectativas… (Con esto intento demostrar que no me considero un seguidor incondicional de los que dicen que todo lo que toca Bunbury es oro). Pero esta vez ha sido muy distinto. Lo primero que destaca de Expectativas es el sonido. Ya desde la primera escucha sorprende por la calidad de la producción. En los últimos meses Alberto Zumbido y yo (y otros habituales del blog) hemos discutido “off-record” sobre la linealidad, falta de profundidad y de materia orgánica de muchas de las producciones actuales. Le hemos echado la culpa a la “comprensión digital”, a la estandarización del formato mp3… para que de pronto te encuentres con ésto y eche abajo todas estas teorías… La base rítmica (bajo y batería) suena contundente. Potente pero sin agobiar. Las guitarras tienen un tratamiento como pocas veces he oído, un sonido peculiar, casi inédito. El saxofón se transforma en un pincel perfecto para delinear melodías… Y algo muy destacable: se consigue que la (potente) voz de Bunbury no ensombrezca el resto. En cada canción se crea una atmósfera mágica donde cada instrumento va surgiendo como por arte de magia y siempre en la proporción justa… Un diez para el productor (que es el propio Enrique Bunbury). Impecable. En uno de los cortos que precedieron la presentación del disco, Bunbury explicaba que para la grabación habían probado un método nuevo bastante “loco”: habían grabado en digital pero pasándolo antes todo por una mesa analógica. No sé si será eso o no, pero desde luego el resultado es increíble y merece la pena. En cuanto a las canciones, nada mejor que usar la técnica de Jack The Ripper: ir por partes… 1. La Ceremonia de la confusión: es escuchar una de la primeras líneas de la canción “educación para la programación, paradigmas de armas tomar” y ya me tiene ganado conceptualmente. No quiero hacerme un pesado con el tema del sonido, ya he insistido en el comienzo de este articulo pero es que es cierto: qué pocos discos (españoles o extranjeros) suenan así. “Y danzar y dar la bienvenida a la ceremonia de la confusión”. 2. La Actitud Correcta. Crítica al establishment músical (¿a quién exactamente?). Fue uno de los adelantos del disco. “Te falta ese no sé qué, que no sé lo que es, pero que es lo único que importa”. Es uno de los temas que menos me convencen porque posee una métrica un tanto peculiar pero que, de alguna manera extraña termina “casando” con la música. Hay momentos de la canción que recuerdan a la colaboración que realizó hace años con el grupo ZOÉ. 3. Cuna de Caín. Una de mis favoritas desde la 1ª escucha (y próximo single). “Cuna de Caín y guerra civil entre hermanos, de la mano nos hacemos daño siempre que nos encontramos”. En varias entrevistas le han preguntado si tenía que ver con la situación del país y él siempre ha respondido que se refería a una “relación sentimental tóxica”. Musicalmente es una maravilla donde cada pieza casa: el ritmo impuesto por el bajo y la batería es complementado por el saxo, el teclado y las guitarras. Y una voz que navega fluidamente, sin estridencias, por encima de este mar musical. Con un final que ya se puede visualizar en los conciertos con todo el aforo coreando. 4. En Bandeja de Plata. Comienzo que recuerda a The Cure o Editors. “Pudiendo escoger entre dos o tres, preferimos al más subnormal”, “no puede un retrasado mental estar al frente de todo”. El bajo es el protagonista de la canción y nos va llevando a un maravilloso crescendo final. 5. Parecemos Tontos. El otro adelanto del álbum, un medio tiempo crudo con bromas vocales en las letras (“no conseguirán engañarnos a todos, aunque a veces parecemos tontos”). La música tiene swing (tiene swag), mientras el crooner maño nos recuerda: “intentan desplumar nuestras almas como si fueran un casino de Las Vegas”… Suena ya a clásico. 6. Lugares comunes, frases hechas. Disco time, Italian style!!! (y aún así es una de las que más me recuerda a Heroes por la forma de cantar). “Pensamiento único donde quepamos todos”. Solo decir que acabé bailando como un loco. Si no te dejas atrapar por este ritmo, no eres humano… 7. “Al filo de un cuchillo”. Una canción más electrónica, con atmósferas densas que recuerdan a Depeche Mode a Editors o incluso a The XX (aunque luego la voz, nos devuelva a la tierra porque -esta vez sí- lo va eclipsando todo). El oído avezado sabrá distinguir esos guiños en el estribillo. “La seguridad total, al filo de un cuchillo. La mano que me alimenta es la mano que me va a golpear…”. 8. “Bartleby, (Estos son mis dominios)”. Como el personaje de Melville. Poderosa, rotunda. “Nada de lo que ves es mío”. Una de las canciones que mejor me han sonado. ¿Del disco? No, del año. 9. “Mi Libertad”. Bajo andarín, sinuoso, contagioso. Parece que en cualquier momento se va a lanzar Bunbury a cantar “Fever”. Reclama, reivindica: “no tienes ni puta idea de rock’n’roll”. Guitarras bailonas y un saxo maravilloso. Preciosa, dolorosa y poderosa. 10. “La Constante”. Tiene un espíritu mezcla de canción italiana y ranchera con una elegantísima forma de cantar, cual crooner maño arrastrao. Una canción atemporal que podría ser de los 60, de los 70… o actual. “Hoy te elijo a ti para estar en mi vida, te elijo cada día consciente y libremente”. 11. “Supongo”. Un comienzo que recuerda a alguna canción de Héroes en la voz, en la entonación (imposible que no suceda esto, no?) o incluso en la letra. “Nada lo sé de cierto, todo lo sé de “supongo””. Con una atmósfera densa y pesada y espíritu de los 70. Guitarras hirientes como la letra de la canción. “El mundo se encarga de asesinar tus sueños”, Un final a la altura del disco. En definitiva, un gran disco. Uno de los mejores del año con un sonido excepcional que merece la pena disfrutar y que -creemos- merecía un post para destacarlo (y celebrarlo).
No se acostumbren. Revuelta al ruido
1 Comentario
Héctor
15/11/2017 10:32:53
No se si me gusta más las críticas o las canciones. Son un preámbulo maravilloso a la canción.
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Octubre 2019
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